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lunes, 30 de noviembre de 2015
TATOKI EN LA FAD (Facultad de Arte y Diseño) - Ileana Hernández
domingo, 6 de septiembre de 2015
Pienso en ti, cariño mío. - Ileana Elizabeth Hernández Chávez
No hay más rutina para mí
que la de pensarte todo el día.
Mi bello cielo de hermosos ojos,
inúndame de sonrisas.
Quiéreme como te quiero
y veme como te vería.
Suspiro de mi alma
doy por ti la vida,
devuélveme la esperanza
de verte algún día,
ten compasión de mí:
yo te la devolvería.
domingo, 30 de agosto de 2015
Cada noche - Ileana Elizabeth Hernández Chávez
como una costumbre inevitable,
como una promesa inquebrantable
de la cual dependen nuestras vidas.
Y procura que sus esfuerzos nunca fallen
y que duelan como una honda herida,
ay amor, ¡cómo me dañas!
Mejor muéstrame una salida.
martes, 18 de agosto de 2015
Eres decadencia, principio de mis males - Ileana Elizabeth Hernández Chávez
sospechas sin querer
de que me engañas,
mentiras no dichas
y así escuchadas,
sospechas también
de que no me extrañas.
Amor querido ya sin ganas,
viertes de mí
jueves, 23 de julio de 2015
Te amo - Ileana Hernández
Me gustan tus labios, no sabes cuánto amo mirarlos.
Me gustas.
Cuando me hablas me siento feliz, cuando te miro me siento feliz, en pocas palabras: a tu lado soy feliz. Susúrrame al oído.
Te amo. Tu voz es preciosa, tu risa me encanta.
Lloro de alegría.
Te amo.
Quiero estar a tu lado.
SIEMPRE.
Te amo.
miércoles, 15 de julio de 2015
El viaje de quién sabe quién - Ileana Elizabeth Hernández Chávez *título provisional*
He llegado a un pequeño jardín. Los muros de piedra están cubiertos por enredaderas, y el suelo por verde pasto, salvo por un pasillo de piedra que abarca el ancho del jardín y sobre el cual hay un bebedero de aves.
A mi derecha hay unas niñas, sentadas en lo más alto del muro. Tienen más o menos mi edad, y largos cabellos castaños. Están una junto a la otra, llorando mientras se arrancan mechones de cabello y tejen una escalera con él.
Las observo fascinada por su trabajo, pero me pongo triste al pensar en el sacrificio que éste implica. Terminan rápidamente.
-Es hermoso lo que han hecho- les digo.
Al parecer no se habían dado cuenta de mi presencia, y al notarla se asustaron. Brincan hacia el otro lado del muro con rapidez y dejan colgada la escalera.
Me acerco a la obra y la toco, es suave. Doy un tirón para comprobar su resistencia. Está bien hecha y perfectamente sujeta al muro. Puedo subir por ella.
Al terminar de subir me doy cuenta de que en realidad he estado en un hoyo, y que la casa ha sido construida por debajo del nivel del suelo. Al rededor está cubierto de pasto muy bien recortado. Hay una puertecita en el suelo, por donde seguramente las niñas escaparon. A unos 100 metros hay un bosque espeso, tanto que se ve negriazul en la profundidad. Sin embargo, el frente es de un verde bondadoso y seductor.
Aquél bosque tiene árboles larguiruchos y árboles regordetes. En el verde espacio llano sobresalen unas dispersas florecitas moradas que se mueven con el viento. El ambiente es tranquilo y reconfortante.
Camino la mitad de la distancia que me separa del bosque, me acuesto sobre la hierba, cierro los ojos y empiezo a cantar.
Una mañana después de un día feliz,
mi mami me dijo "hija, ven aquí".
Dejé los frijoles a medio limpiar,
después que la cebolla me hiciera llorar.
"Mi hija, pequeña, nos tenemos que ir,
en este lugar no podemos vivir"
No recuerdo el resto de la letra.
Me quedé dormida cuando canté. Ahora, al despertar, me encuentro con un libro viejo sobre mi pecho. Era un libro forrado de piel, pintada de azul turquesa, en el frente estaba pintada una mujer muy bella con un enorme y hermoso vestido, sentada en una silla muy elegante
*Sin terminar*
lunes, 6 de julio de 2015
Viendo atrás (como a dos pasos) - Ileana Hernández
martes, 12 de mayo de 2015
Amor imposible- Ileana Elizabeth Hernández Chávez
tal vez en el futuro, pero no hoy,
y aunque quiera no es lo bueno,
y si espero es eterno.
Que pasen los años en un segundo,
que cambie el mundo entorno a mí,
pero que te quedes tú conmigo,
pero que te quedes tú, así.
Quiéreme - Ileana Elizabeth Hernández Chávez.
o no me quieras nada,
y no me mates de amor,
y no te lleves mi alma.
jueves, 23 de abril de 2015
A ti- Ileana Elizabeth Hernández Chávez
sino a alborotar mis mares?
Perdí el control sobre mí misma,
perdí el dominio de mis sentimientos.
Naufragué sabiendo el camino
y me volví a encontrar contigo.
¿Qué has hecho, amor, conmigo?
Habiendo arribado a mis orillas
quise causar un terremoto,
alejarte de mí lo antes posible,
aunque me hundiera un maremoto.
¡Oh, cariño, qué desdicha!
Me arrepiento de ser piadosa,
que por saberme no una diosa,
me permití respetar tu vida.
Recorriste mis caminos,
exploraste mis cavernas,
te adentraste a lo más frío
y descansaste en mis arenas.
Fue el tiempo gran aliado
que me hizo confiar en ti,
recibirte con agrado
en cada rincón de mí.
martes, 7 de abril de 2015
Muérete conmigo- Ileana Elizabeth Hernández Chávez.
Muérete conmigo, corazón. Me duelen la vida y la muerte sin ti. Muérete conmigo, no vivas sin mí.
Quejas
Te amo de tal forma que al escogerte cada día renuncio a las flores, a las serenatas, a las sorpresas. Renuncio al sueño de que llegues un día a pedirme matrimonio, a una boda, a tener hijos.
Y tú como si nada.
sábado, 4 de abril de 2015
Te pedí que me amaras - Ileana Elizabeth Hernández Chávez
Te pedí que me amaras y me besaste, me abrazaste y te entregué todo de mí, pero no me amaste. Entonces odié cada parte de ti, incluso cada uno de tus hermosos cabellos.
miércoles, 11 de marzo de 2015
Me cortaron los brazos- Ileana Elizabeth Hernández Chávez
pero pasaron los años,
mi alma fue corrompida
y mi voluntad hecha pedazos.
Quise besar la Luna
y me cocieron los labios,
quise abrazar al Sol
y me cortaron los brazos.
Uno de tus tantos buenos besos. -Ileana Elizabeth Hernández Chávez
Me miraste con tus ojos hermosos, con fuego ardiente en tus dilatadas pupilas. Tú rostro serio, tus labios sedientos de un beso apasionado.
Tenía mis sospechas pero me limité a mirarte y a esperar a que dijeras algo. No lo hiciste.
Me besaste con tus labios calientes mientras tomabas mi cintura y me pegabas a ti, sentí tu lengua encontrarse con la mía para danzar al compás de los latidos de nuestros corazones. Me sentí tan ligera que por un momento creí que no había gravedad en la tierra.
Todo mi energía se reunió en la entrepierna, y pude sentir el líquido caliente de la excitación salir de mi cuerpo. Quería ser tuya.
Uno de tus tantos buenos besos.