viernes, 6 de marzo de 2020

De cuando sentí que algo perdí

Hubo un tiempo
en que me sentí amada,
y sentí que mi piel estaba hecha
para unirse a otra.
Hubo un tiempo
en el que el calor de mi cuerpo
me exigía equilibrio
con el de alguien más,
y cuando un abrazo no fue suficiente
y cuando la piel exigía más,
no quedó más que unirnos profundamente
y hacer plena la intimidad.

Pero después de un tiempo se volvió diferente.
La dicha que alguna vez tuve en sus brazos,
se volvió martirio silencioso,
mi cuerpo se sintió herido y fuera de sí,
y es que, cuando una ha sido violada,
queda en los adentros la sensación de vacío,
y de que ya nada es igual.
Yo sentí, pensé y soñé que ya no era digna,
que estaba sucia y que no había más,
me sentí basura aunque sabía
que no había sido mi culpa,
y quise tanto, tanto,
recuperar mi sexualidad.

Por un breve tiempo quise
que mi cuerpo fuera mío otra vez,
sentir que las caricias no eran
causa de pánico nunca más,
y me sentí vacía,
hasta que llegó él.

Me sentí considerada,
protegida, importante,
y no quise nada más.
En sus brazos me sentía segura,
el calor no faltaba
y me sentí en un sueño.
Parecía, en mi mente,
que nuestros cuerpos
habían sido planeados
para encajar.

Luego me di cuenta
que yo no era importante,
que de la misma forma
en que acariciaba mi cuerpo
acariciaba el de alguien más,
sin culpa, sin remordimiento
con cinismo,
usándome para alimentar su ego.

Y de nuevo sentí que no era nada
aunque sabía que no era verdad.
Y me volvía a sentir perdida.
Busqué en otros brazos, en otros labios,
la aprobación
que de mí misma
ya no recibía,
y me dejé usar una y otra vez,
hasta que el hueco en mi pecho
se hizo inmenso,
y me absorbió a sus adentros.