sábado, 28 de diciembre de 2013

Ya no te burles - Ileana Elizabeth Hernández Chávez

Deja de burlarte de mí, deja de decirme "te amo"
ya no te creo, cada vez que llegas tú
haces mi corazón pedazos, y yo ¿qué hago?
te espero, te anhelo y te amo.
¿Cuántas veces has dicho que quieres cambiar?
yo sigo esperando,
y sí, soy tonta, porque te he creído
y aún mantengo la esperanza de que lo hagas
pero ya no será para mí,
que te vaya bien.
Yo no te necesito.
Muchas veces creí hacerlo
porque sin ti la soledad me apresaba
y me sumergía en mis lágrimas,
esperaba tu regreso y,
cada vez que me llamabas para decir "lo siento"
Mi corazón se alborotaba
Aveces creí ingenua tus halagos
después me rebajabas entre abrazos
y como la felicidad era grande olvidaba mi tristeza...
aquella que muchas veces provocaste.
A pesar de tu compañía estaba sola
porque tú, envidioso e ingrato no me compartías.

El perro y el gato- Ileana Elizabeth Hernández Chávez


Eran un perro y un gato. El perro había estado en unas pocas casas, pero había sido echado en poco tiempo, al gato, por tener apariencia agradable, se le abrieron muchas puertas, sólo entro a algunas casas, y al no sentirse feliz o conforme se iba. Nunca regresó a alguna de esas casas ni por un plato de comida, aunque tuviera mucha hambre.
Pasó que un día el perro y el gato se encontraron en la misma calle , uno frente al otro, extrañamente no se hicieron daño, al contrario, empezaron a ser amigos. En ese entonces el perro vivía sin hogar y el gato llevaba un par de meses en su nueva casa, la cual se encontraba sobre la calle donde el perro vivía así que cada vez que el gato quería dar un paseo se encontraba con él. Al gato le agradó aquél cachorro, aunque un poco más grande que él, el fleco que cargaba podía taparle los ojos si crecía un par de milímetros más, sus ojos eran pequeños pero brillantes y solía sonreír alegremente sin razón alguna, también tenía una peculiar y graciosa forma de caminar.
Cada encuentro era una divertida pelea fingida. Un día el perro encontró un hogar, pero cerca de la casa del gato, por lo que los juegos no cesaron. Poco tiempo después el perro fue echado de nuevo. Amos se querían mucho, pero ninguno se había percatado de ello. Al cabo de medio año el perro encontró un hogar de nuevo, pero esta vez más lejos, ya que la distancia había aumentado, la frecuencia de los encuentros había disminuido. El perro estaba feliz en su nueva casa, parecía ser parte de la familia y daba lo mejor de sí para quedarse. El gato empezaba a sentirse solo, luego se enteró de que sus humanos querían regalarlo, o al menos eso le dijeron los gatos de los vecinos, pero como recibía buenos tratos decidió quedarse un poco más.
De nuevo el perro fue echado y el gato lo esperó con un poco de leche, los juegos regresaron y el gato de nuevo fue feliz. Resultó que llegaron las vacaciones, y llevaron al gato a otra casa para que lo cuidaran mientras sus dueños viajaban, también se separó de su amigo y lo extrañó mucho, a diferencia de a sus humanos.
Así fue como se dio cuenta de ya no había razón para seguir en aquella casa, ya no sentía amor por esa familia, ni ella por él, entonces se fue.
Al poco tiempo el gato encontró una nueva casa, y al entrar en ella su corazón se llenó de alegría por ver a su amigo perro esperándolo.

Ahora que vivían en la misma casa tenían que dejar de pelear, pero como su amistad se basaba en eso, la distancia se hizo grande, aunque estaban bajo el mismo techo. El perro seguía lanzando mordidas, pero aunque no lastimaban la piel del gato le lastimaban el alma, el gato no quería estar sin su amigo aunque éste le provocara dolor, pero también sentía la necesidad de irse pues su naturaleza era deshacerse de lo que lo tenía inconforme, sin embargo el amor que le tenia a su amigo era tan grande que el orgullo o su propio instinto eran nada.
Después de tanto maullidos nocturnos de tristeza, el gato cayó en depresión, quería de verdad aceptar y amar al perro, con todo lo que implicaba.
Un día el perro atacó al gato, fue más cruel que nunca, pero el gato no hizo nada, ni el más mínimo intento por defenderse, y así, el gato murió.
El perro volvió a la calle.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Me mentía - Ileana Elizabeth Hernández Chávez

Llenas mi vida de luz
Eres el calor que me quita el frío,
La inspiración que necesito
Y el motivo para seguir.
Muchas veces me detuve
Intentando dejarme caer
Que la vida me llevara
No había nada qué hacer.
Entonces llegabas tú, amor,
A calentar mi alma con tus besos
Y brindarme de confianza
Y de fuerza para caminar.
Recuerdo que quedé sin cobijo
Y llegaste y me envolviste con tu ser
Y mi corazón latía,
Y era feliz.
"Que nadie se entere de lo que siento,
Porque es algo que no debo sentir
No eres lo que deseo para mí".
Farsa total.
Sólo me mentía,
Nada de eso era verdad
Te quiero como a nadie
Y nunca te olvidaría.

Prefiero la muerte - Ileana Elizabeth Hernández Chávez

Sí, estoy llorando
No me preguntes por qué
Tú sabes que eres la causa.
Tus dulces palabras me llenaron el alma
Para después vaciarla con algunas amargas,
Tu ojos mienten al mirarme.
Puedo ver una dulzura en tu mirar
Y el calor ardiente al besar
Y tus brazos, fuertes,
sin quererme soltar.
Y luego lloro,
Porque tus actos me dicen cosas
Que nunca podrás negar.
Te gusta hacerme sufrir
Te gusta hacerme llorar
Pero me mientes en disculpa.
"Ya no quiero ser así,
Intentaré cambiar"
Y así se queda, en el intento.
Y yo, con el corazón hecho pedazos
Suspiro y te miro a los ojos
Y pierdo el orgullo con un abrazo.
Pero que te quede claro:
¡Ya no quiero estar contigo!
Pero tampoco sin ti.
Sin presencia
Sin ausencia
Prefiero morir.

¿Qué estás haciendo?

¿Qué estás haciendo? ¿jugando conmigo? ¿sólo experimentando sentimientos? Si es así vete, porque ya he tenido mucho tiempo para jugar, y ahora mi vida no es la de un niño, porque desafortunadamente he crecido.
¿Qué te puedo decir? Yo no soy brillante, tampoco soy hermosa, ni tengo un cuerpo perfecto; al contrario, estoy muy lejos de ello, pero créeme que yo puedo querer, pero si tú no quieres nada puedo hacer...